miércoles, 3 de marzo de 2010

Dios del Olimpo

Haciendo memoria de aquellos años de prácticas, hay un recuerdo en especial, bueno, ALGUIEN en especial que requerirá varios capítulos.

Todo transcurrió en las prácticas de tercero, cuando estuvimos en Urgencias, donde aparte de aprender mucha técnica enfermera, aprendimos a ver el lado bueno del hospital, es decir, a los dioses del Olimpo, vulgarmente llamados médicos.

Era una mañana, un tanto entretenida entre box y box, cuando allí estaba él, vimos su pelo ondear al viento y esa sonrisa con esos dientes aperlados; vestido con unos pantalones beige y una elegante camisa (a la par que informal) bajo su bata. Dios! Un auténtico dios entre los dioses.

Desde aquel día, las prácticas ya no serían las mismas de siempre…

Nuestro Dr. X (así lo llamaremos de ahora en adelante). Al llegar a la unidad, nos manteníamos expectantes hasta que nos deslumbraba con su presencia. Y al verlo, en nuestro rostro se dibujaba una sonrisa de oreja a oreja.

Todo lo que él pedía por esa boquita de voz celestial, era para nosotras música de ángeles (y lo sigue siendo después de los años), siempre y cuando estén dentro de la profesionalidad que se refiere.

Llegamos hasta el punto de hacerlo demasiado evidente, él sabía que nos tenía en sus manos, incluso, me atrevería a decir que todo el mundo sabía de nuestra preferencia por el “residente más joven y guapo”.

Este dios nos ha dejado marcadas de por vida, y ya ningún hombre a su lado merece comparación.
Ay Dr. X!

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